¿Por qué fracasan las relaciones?
Bob Makransky
¿Por qué fracasan las relaciones?...
Las relaciones
amorosas fracasan porque en ningún momento de nuestra formación la
sociedad nos da un modelo de lo que de hecho es una relación de amor, o
cómo obtener éxito en ella. Existen fundamentalmente tres niveles en los
que operan las relaciones íntimas, y nuestra formación social sólo nos
prepara para hacer frente a uno de ellos - el más superficial - y con
bastante ineptitud, por cierto. Este nivel superficial se denomina el nivel de expectativas. Este es, por lo general, el único nivel que dirigimos conscientemente.
El nivel de expectativas se compone de nuestra auto-imagen y auto-importancia. Cuando nos acicalamos frente a un espejo, lo que estás arreglándote son las expectativas que quieres crear en otras personas. Es el nivel de nuestros sueños y fantasías, en el que todo el mundo está tan impresionado con nosotros como nosotros mismos. |
En el nivel de las expectativas, lo que más nos interesa acerca de una posible pareja es su atractivo físico, su forma de vestir y los antecedentes sociales y educativos que tenga, las perspectivas de futuro, lo "cool" que es él o ella, como él o ella se fija en nosotros, y lo que los demás piensan de nosotros por haber elegido esta pareja.
El nivel de las expectativas de una "relación amorosa" es en realidad un acuerdo de aprobación, un contrato, que estipula: "La parte contratante de la primera parte se compromete a honrar, amar y obedecer a la parte contratante de la segunda parte, a cambio de que la parte contratante de la segunda parte se comprometa a no lastimar, traicionar, ni exponer a vergüenza pública a la parte contratante de la primera parte (ver en cuadro anexo los hechos concretos que se considerarán como "daño", "traición" y "pública vergüenza "). Cualquier violación de este acuerdo por ambas partes, se considerará un motivo válido para el rencor, la venganza, y todas las formas de comportarse como un niño grande."
En el nivel de expectativas nos sometemos a otra persona, no por amor, sino para obtener su aprobación. El amor y la aprobación no tienen nada que ver entre sí. El amor es luz, sensación de alegría, felicidad, mientras que recibir la aprobación es restricción, apego, sentimiento posesivo que, sin embargo, producen subidón en el ego tras él. La acometida del ego no da alegría, sino que da gloria, auto-importancia, para la que hemos sido entrenados a buscar en vez de amor.
El nivel de expectativas con el tiempo se agota debido a que su premisa básica es obtener algo por nada. En este nivel todo lo que estamos aportando ("dando") es falso: es sólo para impresionar a los demás, o para conseguir algo a cambio. Estamos poniendo falsedades con la esperanza de conseguir que algo real (la felicidad) vuelva. Y no es así como se crea el universo. No hay comida gratis o viajes gratis.
¡¡¡Qué tontos somos cuando la mayoría de los mensajes que recibimos - de nuestros padres y compañeros, de nuestros maestros y predicadores, de nuestros líderes y de los medios de comunicación - es que el nivel de expectativas funciona, y si no lo hace, la culpa es nuestra y que nos debemos avergonzar de nosotros mismos...!!!
¿Para quién está trabajando? Mire a su alrededor. ¿Cuántos matrimonios verdaderamente felices conoce (de una duración de más de diez años, ya que puede llevar ese tiempo o más al nivel de expectativas agotarse). Claro, hay algunos, pero no muchos, y por lo general las personas involucradas en matrimonios verdaderamente felices son personas muy, muy especiales por propio derecho.
¿No es cierto? Pero también hay un montón de relaciones que parecen ser felices en la superficie, aunque en realidad por debajo son miserables: los dos han aprendido a reprimir sus verdaderos sentimientos y se resignan a la infelicidad sin mostrarla. Estas personas nunca llegan más allá del nivel de expectativas.
La razón por la cual el nivel de expectativas, inevitablemente, fracasa - aunque termina en el verdadero amor después del fracaso- se debe a que es totalmente narcisista: no incluye a la otra persona. No considera a la otra persona como una persona, sino sólo como un reflejo de nuestra más preciada auto-imagen. No permite que el espacio de la otra persona sea real - al tener sentimientos del auténtico él o ella.
Por ejemplo, ¿se le permite a nuestra pareja tener relaciones sexuales con quien él o ella desea? ¿Puede nuestra pareja tener una vida sexual activa con alguien distinto de nosotros? ¿Puede nuestra pareja decirnos que no somos unos buenos amantes? La lista podría seguir y seguir. Sólo se mencionan aquí las expectativas sexuales porque son prácticamente universales, pero tenemos todo tipo de impedimentos que tratamos de levantar alrededor de nuestras parejas para mantenerlos prístinos e inmaculados para nosotros - las expectativas que tendrán de acuerdo con nosotros sobre el dinero, la crianza de los niños, la carrera, religión, etc; expectativas a las que va a renunciar al tomar sus propias decisiones con el fin de apoyarnos.
El nivel de expectativas debe eventualmente fracasar por su propio peso o por puro agotamiento. Cuando las personas están involucradas entre sí en un acuerdo de aprobación, o en cualquier otra forma de relación que no sea amor, entonces todos tienen que trabajar horas extras con el fin de convencer a los demás o para convencerse a sí mismos, y esto es doloroso. El nivel de expectativas sería suficientemente problemático y contradictorio por sí solo, si fuera el único nivel en que nos relacionamos con otras personas. Desafortunadamente, hay dos niveles más profundos que en realidad gobiernan el curso de nuestras relaciones, y estos niveles más profundos contradicen el nivel de expectativas.
El nivel que está por debajo y controla el nivel de expectativas, lo que asegura que el nivel de expectativas eventualmente fracase, o se mantenga con un gran sufrimiento, es el nivel de condicionamiento. Este es el nivel de nuestro condicionamiento básico social, que es odiarnos a nosotros mismos. Debajo del brillo y la gloria de nuestras expectativas, nuestras auto-imágenes, está la triste verdad de que en realidad estamos avergonzados de nosotros mismos. Se nos enseña a estar insatisfechos con nosotros mismos por nuestros padres y la sociedad.
Considerando que el nivel de expectativas se ha establecido para que la gente sea "agradable" a los demás (establece el acuerdo: "No voy a mostrarme como un mentiroso y un falso porque si no me va a denunciar como un mentiroso y un farsante"), el nivel de condicionamiento está configurado para dividir a la gente, y para provocar el miedo y la desconfianza entre ellos. No estamos capacitados para relacionarnos íntimamente entre nosotros, sino más bien para hacernos la guerra unos a otros, sentir dolor, celos, competencia, crítica, para someternos los unos a los otros y doblegarnos en lugar de ser felices y aceptarnos. La relación padre/hijo es la configuración básica de este conflicto, la guerra del hombre contra la mujer se situa sobre él.
Mientras que el nivel de expectativas nos dice que lo que queremos es vivir felices para siempre, estamos condicionados por nuestra sociedad para odiarnos a nosotros mismos y negarnos a nosotros mismos el mismo amor que conscientemente nos dicen que estamos buscando. Estamos educados por nuestros padres para odiarnos a nosotros mismos precisamente en la misma forma en que nuestros padres se odiaban.
El nivel de condicionamiento es el nivel que nos lleva a la psicoterapia (por desgracia, después de que el daño ya está hecho). Estamos tan abrumados por nuestros padres cuando somos pequeños -tan impresionados por su divinidad- que tenemos miedo de expresar, o permitimos sentir abiertamente la ira, o cualquier otro sentimiento que ellos no aprobarían porque contradicen sus expectativas. Por lo tanto el nivel de espectativas nuestros padres se convierte en nuestro nivel de condicionamiento.
La sociedad llama "amor" al enamoramiento hacia nuestra propia auto-imagen, y así en un nivel de expectativas nos dicen que vamos a establecer relaciones para conseguir el "amor", mientras que en un nivel de condicionamiento nos dice que vamos a negarnos a nosotros mismos las relaciones amorosas, para identificar, a través del reflejo de otra persona, como precisamente nosotros mismos somos incapaces de dar y recibir amor.
Uno bien podría preguntarse por qué la gente querría volver a representar las situaciones de su infancia que les trajo más dolor y trauma. La razón es que las heridas nunca sanaron correctamente. Todavía están abiertas y supurantes, y extremadamente sensibles al tacto. Sólo rompiendo de nuevo las heridas abiertas y limpiando la basura, el odio a sí mismo, puede darse una verdadera curación. Y sólo mediante la reproducción de una situación similar a la que produjo las heridas inicialmente pueden ser reabiertas las heridas (en realidad esta no es la única manera de hacerlo, ya que hay formas mucho más hábiles de hacerlo, como la imaginación activa. Sin embargo, esta es la forma más popular de conseguirlo).
Al igual que en el nivel de expectativas, donde nuestro objetivo es la validación de nuestra imagen, en el nivel de condicionamiento nuestro objetivo es volver a crear toda la confusión emocional que nuestros padres nos ocasionaron, pero esta vez para conseguir el anillo de amor que nuestros padres nos negaron.
Hasta hace poco tiempo la sociedad ha usado el quinto mandamiento y una serie de sanciones sociales para controlar el nivel de condicionamiento. Freud fue uno de los primeros en observar correctamente este dificil nivel de la interacción humana. Y en la actualidad hay disponibles un montón de buenos libros de divulgación sobre el tema de los padres tóxicos, sobre como nos casamos con nuestro padre o nuestra madre, y sobre cómo buscamos en el matrimonio el mismo dolor que nuestros padres nos hicieron sentir en la infancia. El problema es que no nos molestamos en leer estos libros hasta que nuestras relaciones ya están muy mal. Estos libros deberían ser de lectura obligatoria para todos los estudiantes de secundaria.
"¡No culpes a tus padres! Sólo espera hasta que tú mismo tengas hijos" nos dicen nuestros padres. No obstante, eso es incorrecto; debemos culpar nuestros padres, porque sólo culpándolos conscientemente estamos en condiciones de perdonarlos conscientemente. Sólo cuando comprendamos que era el auto-odio que sus padres pusieron en ellos lo que les impulsó a hacer lo que nos hicieron; sólo cuando podemos verlos como personas con tanto dolor o más que nosotros, que realmente intentaron hacerlo lo mejor que sabían; sólo entonces podremos perdonar nuestros padres. Y sólo entonces podremos perdonarnos y soltar nuestro propio odio, no necesitando revivirlo más ni culparnos a nosotros repetidamente porque amaremos a nuestros padres y entenderemos que todos intentaron hacerlo lo mejor que supieron.
El tercero (y más profundo) nivel de relación es el nivel de karma, el nivel de las lecciones que estamos tratando de aprender de algunas personas, en base a nuestras experiencias con ellos en otras vidas y realidades. Todo lo que está mal o desorganizado en una relación se origina en el nivel de karma. Nuestro nivel visceral, las primeras impresiones que tenemos de la gente a menudo son un buen indicador del tipo de karma que compartimos con ellos, pero nuestra mente consciente a menudo entierra dicha información directamente, según se percibe.
Por ejemplo, podría ocurrir que la razón de que alguien nos provoque atracción sexual es que en una vida anterior violamos y torturamos a esa persona. Durante algunos eones, tal vez, esa persona sentirá incómodo por estas cuestiones. Ese podría ser el karma que hemos establecido con alguien, pero todo lo que nuestro consciente conoce, en el nivel de expectativa, es que nos sentimos atraidos sexualmente por esa persona y queremos mantener relaciones sexuales con ella. Y así, ponemos nuestra cabeza en la soga de esa persona, y después nos preguntamos por qué las cosas no están saliendo como habíamos imaginado.
Los niveles de karma y de condicionamiento trabajan unidos para controlar la circunstancias y el curso de una relación. Por ejemplo, si en el nivel de condicionamiento decidimos volver a representar el abandono de nuestros padres y escoger una pareja que nos abandone, podemos seleccionar para representar ese papel a alguien que en una vida anterior nos abandonó. Esto puede ser considerado como un castigo, pero también podemos verlo como una especie de "tú me rascas la espalda y yo te rasco la tuya" - como diciendo, "Yo te hice sufrir en esa vida, y ahora quiero saber cómo te sentiste, quiero sentir los sentimientos que te hice sentir ". En el nivel de karma, como en el nivel de condicionamiento, tratamos de volver a escenificar los acontecimientos que producen una resonancia con algún problema emocional no resuelto en la totalidad de nuestro ser.
La agenda que establecemos con otras personas en el nivel de karma se revela en las primeras impresiones que tenemos de ellas y que inmediatamente reprimimos. Es difícil describir esto, y es diferente para cada persona, pero muchas veces al conocer a alguien con quien tenemos una gran agenda kármica, tenemos un flash, un sentimiento consciente o un pensamiento, de algo que deseamos o nos sentimos amenazados por esa persona. Y entonces de inmediato "olvidamos" lo que sentimos, porque si tenemos mal karma con esa persona, apartaremos el flash de nosotros mismos debido a que no nos queremos enfrentar a él concientemente o reconocerlo. De este modo "olvidamos" la primera impresión, y luego fingimos que no entendemos por qué la persona que amábamos y en la que confiábamos tanto, puede haber cambiado.
Por supuesto, podemos hacer regresiones a vidas pasadas para comprobar qué tipo de karma tenemos con alguien antes de estar seriamente involucrado con él - algo así como pedir un crédito o hacerte un test del SIDA con un futuro cónyuge. En la India la astrología ha sido históricamente usada para conseguir este tipo de información. Pero también podemos evitar las dificultades sólo estando alerta a nuestras intuiciones e impresiones de otras personas, en lugar de ignorar la información más esencial de una relación.
Así, la intensidad básica o el tema emocional de una relación se establece en el nivel de karma, mientras que la programación particular, la secuencia de eventos que se desarrollará en una relación, se configura en el nivel de condicionamiento, y el vestuario, las apariencias superficiales o la puesta en escena para el disfrute de nuestros vecinos, se configura en el nivel de expectativas.
El resplandor del nivel de expectativas nos ciega y nos impide ver lo que nos sucede en los dos niveles más profundos, así que el nivel de expectativas es una mentira. Lo que está sucediendo realmente en una relación, en los niveles de condicionamiento y de karma, es siempre muy visible, pero nosotros pretendemos no verlo, pretendemos no entenderlo, a fin de defender nuestras expectativas tanto como sea posible.
Por "mentira" se entiende algo que sentimos, pero que suprimimos u ocultamos. Por ejemplo, si nuestra pareja sexual está haciendo algo que no está bien y nos disgusta, y nos quedamos callados porque estamos demasiado avergonzados como para hablar y, posiblemente, herir los sentimientos de nuestra pareja, eso es una mentira. Cada vez que no comunicamos algo que sentimos que nos avergonzamos de hacerlo, o porque no queremos herir o provocar a los demás o convertirlos en blanco de desaprobación, estamos mintiendo. Esto nos lleva a mentir a escondidas y a hablar a espaldas de los otros. Las mentiras conducen a más mentiras.
Podemos decir que la mentira sucede en una relación de esta manera: si hay un área en la que no confiamos en el otro, en el que negamos al otro, donde tenemos miedo de la desaprobación o el rechazo del otro, donde sentimos algo que no sea bueno en él, entonces ese es el lugar donde estamos mintiendo. Estamos entrenados para mentir a los demás, y luego nos sentimos traicionados cuando nos exponen a nuestras mentiras.
Una mentira es una contradicción. Las mentiras siempre existen en parejas, mientras que la verdad -el amor- es uno. Por ejemplo, en el nivel de expectativas se puede crear el par: "Yo quiero que seas honesto conmigo" y "Yo no quiero saber cómo te interesas por otros". En el nivel de condicionamiento se puede establecer el par: "La verdad es que te amo, mamá" y "Nunca te preguntaré acerca de tu amor por mí". En el ámbito del nivel kármico, las mentiras no existen per se (ya que es la represión de este nivel lo que hace provoca una mentira), pero se podría decir que la mentira o la dualidad básica del nivel de karma es: "Tú y yo somos dos" y "Tú y yo somos uno".
Las mentiras en una relación se establecen desde el principio. Por "establecer" queremos decir que son conscientes. Conscientes por un momento, y luego – también conscientemente - reprimidas, ignoradas, "olvidadas". Las mentiras básicas del nivel de karma puede ser establecidas en los primeros segundos de una relación. Las mentiras del nivel de condicionamiento (el plan de juego de a quién va a perjudicar y cómo) se fijan generalmente en el momento de formalizar la relación - cuando se lleva a cabo la decisión mutua, al “ir en serio” por así decirlo. Y el nivel de expectativas es una mentira completa desde el primer contacto.
Cualquier persona con los ojos abiertos puede ver lo que está pasando. A veces, nuestros padres, amigos, u otras personas que se preocupan por nosotros tratan de hacernos advertencias. Pero estamos "tan enamorados" y "el amor es tan ciego" y estamos “tan felices" que no queremos ver. No queremos nada que nos saque de este hermosa nube en la que estamos, esta mentira hermosa que nos estamos diciendo.
Y para todos y cada uno, el músico debe pagarse. Hay una ley del karma que trabaja en todo esto, y todas las mentiras, no importa lo pequeñas que sean, algún día tendrán que ser traídas a la luz y admitidas, de lo contrario la relación está condenada al fracaso - condenada a ser algo más que una relación de amor, porque en una relación de amor no hay lugar alguno para las mentiras de todo tipo, en cualquier momento, por cualquier razón.
Todas las alarmas que se alzan en la sociedad sobre la tasa de divorcios, el pedir la vuelta a los "valores tradicionales", son un montón de tonterías. Los valores tradicionales eran una mentira total, y es increíble que la raza humana los haya tolerado, siempre y cuando lo hizo. Los valores tradicionales significan casarse en el nivel de expectativas, donde nunca se pregunta. Que hay que aprender de alguna manera a vivir con una mentira, con la infelicidad, y que te muerdes la lengua porque las sanciones sociales (lo que los vecinos podrían pensar) en contra del divorcio son muy estrictas. En lugar de volver a vivir las mentiras, nuestra sociedad debería dejar de glorificar el nivel de expectativas. Como es el caso también con la guerra, cuando la sociedad impida que las personas glorifiquen el enamoramiento, dejarán de buscarlo.
Las relaciones amorosas fracasan porque vamos a ellos con una gran cantidad de formas de pensamiento acerca de lo que somos y lo que esperamos obtener, y nos encontramos de bruces con el karma pesado y programas de condicionamiento que no teníamos ni idea consciente de que existieran. No somos conscientes de cuáles son las expectativas que tenemos hasta que esas expectativas no se cumplen, y no entendemos lo que nuestros padres hicieron con nosotros hasta que encontramos que nuestra pareja hace lo mismo - nos hacen sentir esa sensación de algo conocido y familiar en la boca del estómago.
Mientras estamos en relación con la otra persona en uno de estos tres niveles, no estamos en relación con una persona real en absoluto, sino sólo con nuestro propio reflejo, con nuestras heridas de la infancia, o con nuestros miedos e inseguridades profundamente arraigados. En el nivel de expectativas nuestra atención se centra en el futuro, igual que en el nivel de condicionamiento se centró en el pasado, y en el nivel de karma se centró en un pasado remoto. Una relación de amor verdadero, sin embargo, implica en relación con una persona real, que vive en el momento presente.
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Copyright © de la traducción Antonio González Estévez