Investigaciones astrológicas en la oscuridad
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Estrellas y catálogos de estrellas
Las estrellas son esferas luminosas de gas. La
energía de
las estrellas puede ser producida a partir de reacciones de
fusión nuclear (unión de átomos de
Hidrógeno para producir moléculas de Helio), como
es el
caso del Sol, pero no exclusivamente de esa forma. Las estrellas
jóvenes, al no estar lo suficientemente calientes, no han
llegado aún a quemar Hidrógeno y otras estrellas,
las
gigantes y supergigantes, pueden quemar otros combustibles,
como
Helio, Carbono, Neón u Oxígeno.
El Sol es una estrella más de
los trillones
de ellas que existen en el Universo conocido y su tamaño es
intermedio. En efecto, la máxima masa que puede alcanzar una
estrella es de 120 veces la masa del Sol. Por encima de
ésta, se
autodestruiría en forma de radiación. Y por
debajo de la
masa del Sol, el mínimo sería de 0,08 masas
solares, ya
que si fuera menos masivo se convertiría en una enana
marrón y no emitiría energía.
Aparentemente las estrellas
están
inmóviles (de ahí el concepto
“estrellas
fijas” de la astrología tradicional) aunque de
hecho las
estrellas tienen sus propios movimientos de traslación y de
rotación como cualquier objeto del cielo.
En la historia de la
astronomía se han
registrado muchas estrellas con sus propios nombres. Ya al hacer
mención de las constelaciones vimos cómo estas se
establecieron en la antigüedad mediante la
agrupación de
varias estrellas cercanas que, por su luminosidad, eran lo
suficientemente llamativas como para ser percibidas a simple vista y,
por tanto, identificadas por todas las culturas. Cada cultura hizo sus
propias aportaciones, conforme a sus lenguas y creencias particulares.
Ahora mismo, además de sus nombres locales (en cada idioma)
las
estrellas se identifican por sus nombres latinos, consecuencia de la
clasificación iniciada en el siglo XVIII por los
occidentales.
¿Cuantas estrellas se
perciben a simple
vista? Esto es variable, porque depende del estado del cielo,
pero suele estimarse que alrededor de unas 6.000 en lugares limpios y
oscuros -contando, además, que la observación se
hace en
noche de luna nueva.
LOS NOMBRES DE LAS ESTRELLAS (SISTEMA TRADICIONAL)
Para ver los sistemas modernos de clasificación de estrellas, aquí.
Nombrar las estrellas ha
dependido de muchos
factores. En primer lugar de que sean visibles o no a simple vista,
porque aquellas que lo son tienen nombres desde hace siglos. Los
nombres de las estrellas provienen en gran medida de griegos y romanos,
con base en la mitología, como ya hemos visto al hablar de
las
constelaciones: el Gran Sistema de Astronomía, de Claudio
Ptolomeo, traducida por Harun
Al Rachid(1)
(Aarón el Justo) como Al
Kitáb al Mijisti (“El libro
más grande”).
Durante la Edad Media
los
árabes -y los
hebreos, como cultura que sirvió de puente entre el Islam y
el
Cristianismo- tradujeron obras griegas y mantuvieron y desarrollaron la
astronomía y las matemáticas. Fué en
este periodo
cuando muchas de las estrellas adquirieron el nombre árabe
por
el que ahora las conocemos.
Recordamos en este punto, como ya vimos,
a Muhammad
ibn Musa Al-Khwarizmi, de alrededor del 850, importante
matemático y fundador del álgebra.
Asímismo, y
para lo que ahora nos interesa, Abd al-Rahman al-Sufi
-conocido
en Europa como Azophi-,
gran traductor de las obras griegas y
observador del cielo. Clasificó por primera vez la Galaxia
de
Andrómeda (M-31) y la Gran Nube de Magallanes.
Estudió,
registró y clasificó por magnitudes y por color
las
estrellas.
Posteriormente, y gracias a Gerardo de
Cremona, un
prolífico traductor del siglo XII, las sucesivas revisiones
de
la obra de Al Rachid fueron configurando las bases de la
primera
versión impresa del Almagesto.
El nombre de esta obra
proviene
de “Al” (“el” en
árabe) y de la
palabra griega “megiste”
(que significa
“mayor”). Esta, publicada en Venecia en 1515,
conservaba de
tal manera su composición original, que importantes autores
se
han referido a ella como el “Almagesto
Árabe-Latino”(2).
En cada constelación, las
estrellas fueron
nombradas por diversos motivos. En Géminis, por poner un
ejemplo, tenemos dos estrellas cuyos nombres son los de los
héroes mitológicos hijos de Zeus, los gemelos
Cástor
y Pólux.
Son éstas las dos
estrellas
más brillantes de esta constelación e,
idealmente, ambas
corresponden a la “cabeza” de cada uno de los
hermanos
-como se puede ver en la imagen de la IAU- mientras que el
resto de las
estrellas visibles de la constelación
configuraría el
cuerpo de ellos.
Muchos de los nombres que
vienen de antiguo
provienen de palabras árabes, o griegas posteriormente
arabizadas. Por ejemplo, en la constelación de
Géminis,
que acabamos de ver, la estrella Gamma
Geminorum (γ
Gem), conocida como Alhena, deriva de la
expresión
árabe الهنعه Al
Han'ah que significa “la marca del
camello”.
Gran mayoría de las estrellas
árabes
se refieren a animales del desierto o a artilugios usados por su
población, reflejando la cultura y el estilo de vida de
aquellos
que les dieron la denominación.
Veamos la constelación de
Cepheus. En
ella, la estrella principal, Alpha
Cephei, se llama Alderamin,
nombre que proviene de la expresión árabe لذراع
اليمن að-ðirā‘ al-yaman que
significa “el
brazo derecho”. Hay dos estrellas más en esta
constelación cuyos nombres son de origen árabe: Alfirk (β
Cep) y Errai
(γ Cep) y que significan, respectivamente “el
rebaño”
(الفرقة Al-Firq) y
“el pastor” (الراعي ar-rā‘īy),
nombres que son
claramente derivados de la actividad nómada de estos pueblos.
Otras estrellas con nombres
árabes
aparecen recopiladas en “El
Libro de las Estrellas
Fijas”,
del susodicho Azophi -Abd al-Rahman al-Sufi-, obra que, ampliando el
Almagesto, constituye un compendio sistematizado de todas las
constelaciones identificadas por los persas, con un detallado estudio
de las magnitudes y características de las 1018 estrellas
clasificadas en aquel entonces.
La práctica
sistemática de la
astronomía y, por encima de todo, el uso de nuevos
sistemas técnicos que, como el telescopio, aumentaron
exponencialmente el número de estrellas con los que
trabajar,
provocó la necesidad imperiosa de sistematizar la
nomenclatura e
idear un medio para catalogar racionalmente las nuevas (y viejas)
estrellas.
Para acometer esta tarea, Johannes Bayer,
uranógrafo (3)
y abogado alemán, nacido en el año 1572 en
Bavaria y
muerto el 7 de Marzo de 1625, idea un sistema de
clasificación
de las estrellas que se basa en su intensidad lumínica
aparente.
En 1603 publica el Atlas Celeste Uranometría.
En este sistema, Bayer asigna a la
estrella
más brillante de una constelación la letra Alfa
(α) y a
las demás estrellas, en orden decreciente de luminosidad,
las
restantes letras del alfabeto griego, ordenadas en sentido normal del
mismo, es decir Beta (β), Gamma (γ), Delta
(δ), etc...
Este sistema tenía un grave
inconveniente y
era que el alfabeto griego dispone de 24 letras y en todas las
constelaciones se supera ese número con creces.
John
Flamsteed
(1646-1719) mejoró considerablemente el sistema de Bayer.
Publicó en 1707 un nuevo catálogo de estrellas,
bastante
más preciso que los anteriores -pues se elaboró
usando
instrumentos ópticos y de medida- en el que se usaba una
nueva
clasificación conocida como
“Denominación de
Flamsteed”. Este sistema usaba números, en vez de
letras
griegas, para identificar las estrellas en cada
constelación. De esta forma, a cada estrella se le
asigna
un número y, a continuación, el genitivo latino
de la
constelación en la que se encuentra.
GENITIVO
En este punto quizá sea necesario referirse al uso del genitivo en latín. Sospecho que a estas alturas del siglo XXI y tal y como han ido evolucionando los planes escolares de nuestro pais, pocas personas dominan el latín. Que sea necesario para usar los catálogos de estrellas demuestra que, al contrario de lo que nuestros políticos creen, el latín sigue siendo, no importante, sino básico en multitud de aspectos de nuestra cultura científica, sin contar el hecho de que la mayoría de las palabras de nuestra lengua tienen raices latinas y griegas; por esto hacemos esta pequeña aclaración.Pues bien, los sustantivos en latín, pueden tomar distintas formas dependiendo de su función en la frase. En latín existen cinco formas o “casos” que son: nominativo, vocativo, acusativo, dativo, ablativo y genitivo.
El genitivo, que es el que ahora nos interesa, a veces llamado “posesivo”, añade o completa características del nombre y se refiere a estructuras gramaticales del tipo “el A de B”, como por ejemplo las expresiones que llevamos usando en el libro al hablar de las estrellas de una constelación: “la estrella Alfa de Géminis” o “Beta de Cefeo”. En latín, el genitivo se declina, según la palabra específica, de cuatro formas distintas. Asímismo, se usan distintas terminaciones dependiendo de que el sustantivo sea singular o plural.
Primera declinación: normalmente sustantivos terminados en “a”, como Libra, se declinan en genitivo singular con la terminación -ae (de la constelación de Libra -la balanza- la primera estrella será Alpha Librae: “Alfa de la balanza”) y se pronuncian como una “e” o “ae”, eso ya depende de las escuelas. El genitivo plural es -arum (Librarum: “de las balanzas”, que no existe, como ya sabemos).
Segunda declinación: normalmente sustantivos terminados en “o”, como Centauro, se declinan en genitivo singular con la terminación -i (de la constelación Centauro, la primera estrella será Alpha Centauri: “Alfa del Centauro”). El genitivo plural es -arum (de la constelación Canis Venatici -los perros cazadores- la primera estrella será Alpha Canis Venaticorum: “Alfa de los perros cazadores”)
Tercera declinación: normalmente sustantivos terminados en consonante o “s” o terminados en “i”. Ambos se declinan en genitivo singular con la terminación -is (de la constelación Serpens -la serpiente- la primera estrella será Alpha Serpentis: “Alfa de la serpiente”). El genitivo plural es -um o -ium (de la constelación de Piscis -los peces- la primera estrella será Alpha Piscium: “de los peces”)
Cuarta declinación: normalmente sustantivos terminados en “us” o “u”. Ambos se declinan en genitivo singular con la terminación “us”. El plural se declinará con la terminación “uum”. No existe ninguna constelación de la cuarta declinación.
Continuación en:
SISTEMAS MODERNOS CLASIFICACIÓN DE LAS ESTRELLAS
REFERENCIAS:
1. Harún Al Raschid: califa de la dinastía abasí de Bagdad. Su reinado llevó el califato a su máximo explendor de cultura y poder económico.2 . HINCKLEY ALLEN, RICHARD, Star names: their lore and meaning, Courier Dover Publications, 1963, Introducción XI, 563 páginas.
3.La uranografía es astronomía descriptiva o cartografía celeste.
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